La vida es un traspié
Si digo “treinta y tres” -orden del médico-
me golpea mi propio yo adentro
Y hasta me voy hundiendo
y el tapeteado corazón se bate a solas
No sé si pido lo imposible
Que aunque me resulta un quitasueño
la vida es un traspié buscado
Y a mi manera cruzar la mar intento
Pero hay agua maligna en sus mareas
Y a qué esa señal que no descifro
si en la espelunca donde me encierro
escribo mi vida en un poema.
La receta fatal
Sardesco un perengano
se marchó sin lograr la paciencia
percelando su barba
pero se detuvo cuando vio le perseguía
un perro Collie propiedad de un peluquero
“La Risa Seca” -la peluquería-
tenía un letrero:
“Sólo de 12 a 1 se atiende a forasteros”
El Sardesco recordó
lo que le dijo una gitana:
“Para viajar hay que afeitarse
y tomar un taxi tranquilamente
una mañana o antes”.
A nadie le interesa
La soledad en que habito
es igual a un corazón cazado a tiros,
después de una tormenta
Si nada de esto importa,
siempre en las noches río,
como la muerte,
frente a un zaguán cerrado
Puede dejarme un precipicio,
el sitio que se esconde
Para evitarlo,
pongo mi sombra en ángulo
Pero, a nadie le interesa
si me tropiezo con la vida
la víspera de un viaje.