Dulce María Loynaz – Autor destacado del mes

Dulce María Loynaz – Autor destacado del mes

Dulce María Loynaz (La Habana, 1902 – 1997) fue una poeta y narradora cubana, considerada una de las representantes femeninas más ilustres de la poesía latinoamericana. Su lírica de Loynaz sedujo por su sencillez y naturalidad y el ritmo y la musicalidad de sus versos, en los que predominó una temática en ocasiones fruto de la angustia y del enigma y motivada por el amor. 

Poemas destacados

Creación

Y primero era el agua:

un agua ronca,

sin respirar de peces, sin orillas

que la apretaran…

Era el agua primero,

sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…

Era el agua…

Todavía

la tierra no asomaba entre las olas,

todavía la tierra

sólo era un fango blando y tembloroso…

No había flor de lunas ni racimos

de islas… En el vientre

del agua joven se gestaban continentes…

¡Amanecer del mundo, despertar

del mundo!

¡Qué apagar de fuegos últimos¡

¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro¡

Era primero el agua.

 

Amor es

Amar la gracia delicada

del cisne azul y de la rosa rosa;

amar la luz del alba

y la de las estrellas que se abren

y la de las sonrisas que se alargan…

Amar la plenitud del árbol,

amar la música del agua

y la dulzura de la fruta

y la dulzura de las almas dulces….

Amar lo amable, no es amor:

 

Amor es ponerse de almohada

para el cansancio de cada día;

es ponerse de sol vivo

en el ansia de la semilla ciega

que perdió el rumbo de la luz,

aprisionada por su tierra,

vencida por su misma tierra…

 

Amor es desenredar marañas

de caminos en la tiniebla:

¡Amor es ser camino y ser escala!

Amor es este amar lo que nos duele,

lo que nos sangra bien adentro…

 

Es entrarse en la entraña de la noche

y adivinarle la estrella en germen…

¡La esperanza de la estrella!…

 

Amor es amar desde la raíz negra.

Amor es perdonar;

y lo que es más que perdonar,

es comprender…

Amor es apretarse a la cruz,

y clavarse a la cruz,

y morir y resucitar …

 

¡Amor es resucitar!

 

Quiéreme entera

Si me quieres, quiéreme entera,

no por zonas de luz o sombra…

Si me quieres, quiéreme negra

y blanca, Y gris, verde, y rubia,

y morena…

Quiéreme día,

quiéreme noche…

¡Y madrugada en la ventana abierta!…

 

Si me quieres, no me recortes:

¡Quiéreme toda… O no me quieras

 

Rosas

En mi jardín hay rosas:

Yo no te quiero dar las rosas

que mañana…

mañana no tendrás.

 

En mi jardín hay pájaros

con cantos de cristal:

No te los doy,

que tienen alas para volar …

 

En mi jardín abejas

labran fino panal:

¡Dulzura de un minuto…

no te la quiero dar!

 

Para ti lo infinito o nada;

lo inmortal o esta muda tristeza

que no comprenderás …

La tristeza sin nombre de no tener que dar

a quien lleva en la frente algo de eternidad …

 

Deja, deja el jardín…

No toques el rosal:

las cosas que se mueren

no se deben tocar.

 

Selva

Selva de mi silencio,

apretada de olor, fría de menta.

 

Selva de mi silencio, en ti se mellan

todas las hachas; se despuntan

todas las flechas;

se quiebran

todos los vientos.

 

Selva de mi silencio, ceniza de la voz

sin boca, ya sin eco; crispadura de yemas

que acechan el sol,

tras la espera

maraña verde… ¿qué nieblas

se te revuelven en un remolino?

¿Qué ala pasa cerca

que no se vea

succionada en el negro remolino?

 

(La selva se cierra

sobre el ala que pasa y que rueda.)

 

Selva de mi silencio,

verde sin primavera,

tú tienes la tristeza

vegetal y el instinto vertical

del árbol. En ti empiezan

todas las noches de la tierra;

en ti concluyen todos los caminos.

 

Selva apretada de olor, fría de menta.

 

Selva con tu casita de azúcar

y su lobo vestido de abuela;

trenzadura de hoja y de piedra,

masa hinchada, sembrada, crecida toda

para aplastar aquella,

tan pequeña,

palabra de amor…