Poemas recomendados de Rep. Dominicana
“La República Dominicana, con su vibrante mezcla de culturas y paisajes exuberantes, ha inspirado a poetas a plasmar la riqueza de su identidad y las complejidades de su historia en versos cautivadores. Entre los poemas recomendados que destacan en la tradición poética dominicana se encuentran obras que exploran la esencia misma de esta nación caribeña.”
Mariano Lebrón Saviñón
“Fuego en el río”
La sangre está corriendo por tus montes;
la sangre se estremece en tu pradera;
mancha, cubre, se inclina en tu horizonte
con un silencio vivo de pantera.
Sube la sangre, gime, el río crece,
se va al cielo, lo roba, lo transforma.
Invade el caimital y lo estremece.
Va al flamboyánt para encontrar su forma.
Chisporrotea en tu árbol, va a la vena,
corre por las heridas de la arena,
el fuego va a la sangre, corre al río,
el hombre muere, surge, grita: salta
la sangre, el fuego corre vivo, asalta.
Sangre, fuego de amor, trópico mío.
Aída Cartagena Portalatín
“Una mujer está sola”
Una mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación.
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de las Antillas.
Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.
Fabio Fiallo
“El silencio de unos ojos”
Qué me dicen tus dulces ojos negros,
tan cargados de sombras, ¡oh, adorada!
que en la noche me basta su recuerdo
para llenar mi corazón de lágrimas.
Qué me dicen tus dulces ojos negros,
en su silencio lleno de palabras
tan leves, que el oído nunca advierte
cuando se adentran en mi oscura entraña…
Tal dos aves que buscan su refugio
en un agrio peñón de oculta playa,
y en su áspero nidal, en vez de cánticos
alzan al cielo súplicas calladas.
Otilio Vigil Díaz
“Profesión de fe”
Cansado de simplificar mi arte y mi vida, aspiro a simplificar mi vida y mi arte;
quiero realizar este milagro sin reducir mis desequilibrios
ni suprimir mis carcinomas interiores;
hacer la cifra sin contarla;
tener lo mismo:
uno,
cien,
mil,
que un millón o nada;
vivir cerca de los animales, muy lejos de los hombres;
tener por música, la música del mar, la música de las estrellas y la música de mis clavicordios interiores.
Domingo Moreno Jimenes
“Aspiración”
Quiero escribir un canto
sin rima ni metro;
sin harmonía, sin ilación, sin nada
de lo que pide a gritos la retórica.
Canto que tuviera
sólo dos alas ágiles,
que me llevaran hasta donde quiere,
con su sed de infinito,
en las noches eternas volar el alma.
Canto que, como un río
sereno, fuera diáfano;
y en su fondo se vieran
como piedras cambiantes, mis ilusiones,
como conchas de nácar, mis pensamientos,
como musgos perpetuos, mis ironías
sobre los arenales de mi esperanza.
Y allí mostrarme todo
como soy en la vida
y seré tras la muerte
cuando la eternidad orle mi gloria
con sus palmas de luz!