Poemas recomendados de Uruguay
“Uruguay, una nación de vastos paisajes, historias ricas y una identidad cultural única, ha sido cuna de poetas cuyas obras reflejan la profundidad de la experiencia humana y la peculiaridad de su entorno. Entre los poemas recomendados que destacan en la tradición poética uruguaya se encuentran joyas literarias que capturan la esencia de este país.”
Circe Maia
“Velocidad creciente”
Hay una
sensación de que los días pasan
a más velocidad y que no hay tiempo
de muchas despedidas.
Suena una voz, como de insecto,
por detrás de los días
y detrás de las noches
pequeño picoteo, pero que no se para
cuando quieres ver, los días se desmoronan
como si hubieran sido devorados por dentro.
(Las fauces invisibles
dan cada vez más veloces
dentelladas.)
Alfredo Fressia
“Desayuno en Santo Domingo”
Ahoga el viento caliente
la noche grávida de Santo Domingo.
Abrí las ventanas para dibujar
mi silueta irreal contra la madrugada,
soy transparente como la espera
del estallar del día. Austero
el desayuno, huevo a la copa,
hirviente el café amargo.
Y entonces vi la exacta
pinta carmesí sobre la yema.
En la bahía el sol en trance
para nacer del mar, la galladura
en el huevo sideral.
Trago la yema tibia
con su promesa roja, mi parte
de sol mientras ardo en el café instantáneo
y nazco una mañana más
hasta el final abrupto.
Esther de Cáceres
“Las campanas del valle”
Tiembla el aire, desata las fragancias
si cantan las campanas
llamando a los nostálgicos
seres del valle.
Son locas llamaradas
tendidas a una música lejana
que sólo en sueños viene
con acento velado
por un camino tierno de amapolas
y de lento descanso.
Cuando nos despertamos
a saber otra ‘Vez del destierro y las lágrimas
las campanas encienden el aire del desierto
y, también desterradas,
hacia las más lejanas campanas de aquel Reino
cantan y cantan.
Pablo Minelli González
“Andrómeda”
Prisionera en la roca sobre el azur inmenso
Andrómeda está expuesta al Monstruo submarino:
Inflada su garganta de sollozos, un fino
Hilo de perlas rueda sobre su ser suspenso.
Cubre su dorso núbil él manto negro y denso
De sus cabellos; mira vencida su destino.
Y hay en sus ojos algo de místico y divino
Como si huyera el alma en celestial ascenso.
Los Dioses del Olimpo, sordos a su quejido,
Su cuerpo abandonaron en miserable olvido.
Pero alguien, cuyas venas llevan candentes fraguas,
Se compadece amante del moribundo reo;
Y en el azul gemelo del cielo y de las aguas
Impera el gesto magno y airado de Perseo.
Sara de Ibáñez
“La página vacía”
Cómo atrever esta impura
cerrazón de sangre y fuego,
esta urgencia de astro ciego
contra tu feroz blancura.
Ausencia de la criatura
que su nacimiento espera,
de tu nieve prisionera
y de mis venas deudora,
en el revés de la aurora
y no de la primavera.