Poemas recomendados de Venezuela
“Las poesías de Venezuela reflejan la rica diversidad cultural y el alma profunda de su gente. Desde paisajes tropicales hasta la lucha por la libertad, los poetas venezolanos capturan en sus versos el sentir de un país vibrante y lleno de contrastes. A través de su poesía, nos invitan a explorar los sentimientos de amor, esperanza, dolor y resistencia que han marcado la historia y el espíritu venezolano”
María Auxiliadora Álvarez
“Aún”
Hacer
poesía
es
más
o menos
comparable
a necesitar a Dios:
esa respiración
que
nos falta
en
el instante
en
que
habiendo
exhalado
el
ultimo
aire
El
Nuevo
aire
no
ha
entrado
Aún
Rafael Cárdenas
“Derrota”
Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas mucho más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. Es muy quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la brisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.
Oriette D’Angelo
“Mantra”
Sé que existo porque toco firme este suelo
me apoyo y hace frío
quiero ser raíz
pero mis dedos se alejan
me abalanzo sobre todo
evado el vuelo
lo que me hace flotar
y me completa.
No saber,
es ya saber.
Entonces repites
como un mantra:
Nada bueno sale
de los lugares donde insistes.
Yolanda Pantin
“Solo veía una carretera polvorienta”
Como el calor me sofocaba dije basta
y me senté de cara a la ventana
para refrescar mi cabeza que tiritaba
al igual que una onza de gelatina
Con el hilo del sudor
hice un collar
para apretarme el cuello
además
las noches eran tristes
y rojas
tanto
que me dediqué a soñar con lo ojos abiertos
Sólo veía una carretera polvorienta
Eran noches nostálgicas
Te dije ahógame
y como no había cuerda
y el hilo en el cuello era invisible
juraste amor eterno
me hiciste una escena de celos
Luego lloramos en voz baja
para no despertar a los niños.
Guillermo Sucre
“La vida, aún”
¿Dónde quedó la alegría de vivir?
La desaprensiva lentitud en el trato
y la clara mirada del orgullo,
la vislumbre del carácter y el destino,
la mano que sabía prohibir y consagrar,
los cuerpos que dan gracias al alma
y ágiles como la parra se enlazan
en las noches del placer y también
del dolor; todo lo que fue ceremonia,
frugal o generosa celebración ¿ahora
dónde está, bajo cuánto oropel
y odio y oprobio yace? ¿Hay seres
que aún vivan en la amistad del clima,
respiren el hálito de la tierra
cuando amanece, se bañen en el mar
como una purificación? ¿Es hermosa
aún la hermosura, se ilumina su rostro
en los días aciagos y lo amamos
con paciencia?
¿O sólo hemos sido
sangre rencorosa, paciente sólo
para la insidia y el ultraje?
¿Conocimos alguna vez la pasión,
el paciente de su larga herida?
¿O apenas nos alcanzó el alma
para la astucia, el requintado
honor, la ávida vanidad? ¿Alguna
vez fuimos justos sin mediar
el escarnio? ¿Y entre tanto ahí
estaba el escarnio desesperado
en la miseria, y piedad
no tuvimos, ni reverencia? ¿Y entretanto,
por todo lo que cuesta ser
hombre, apenas éramos venezolanamente
retrecheros?
O sólo fue falaz
la vida, y venal. Sólo ella no supo
ser austera, no se jubiló a tiempo,
ni siquiera tuvo tiempo de sacar
un seguro de vida. A todos
se prostituyó: era demasiado hermosa
y sólo quería dar placer,
o su ilusión. En el fondo, nunca
pensó que iría a morir. Ahora busca
refugio en la memoria, deambula
por jardines desolados creyendo
cifrar en la rosa o el jazmín que amó
el íntimo y desnudo destello
que le prendía al mundo. Se va llenando
de ruinas en la casa que cubre
la hiedra. Se da cuenta que ya no
cuenta, y limpia sus máscaras.
Ahora aprende a vivir su único
rostro: su secreta agonía.