Poemas recomendados de Argentina

Poemas recomendados de Argentina

Explora la poesía argentina, un reflejo vibrante del espíritu y la diversidad de una tierra llena de contrastes. Desde las pampas hasta los Andes, los poetas argentinos capturan en sus versos la esencia de su país, explorando temas de amor, lucha, nostalgia y esperanza. Cada poema es un viaje a través de la historia y la cultura de Argentina, donde las palabras se convierten en paisajes, emociones y sueños compartidos.
Alejandro G. Roemmers

“Un trocito de mi”

Sé que has de llegar un día,

antes o después, lenta o abrupta,

inexorable, silenciosa y perenne.

Estaré dispuesto,

te aceptaré sin reparos

como acepté la vida

con sus espinas y sus rosas.

No me pidas perdón, no es necesario,

llévame contigo, así fue el trato.

Pero quiero advertirte,

que deslucirá tu triunfo

pues serán migajas de mí

lo que te entregue.

Verás,

he dejado buena parte de mi sentimiento

en las personas que he querido,

y abundantes porciones de mi ser

en mis compañeros más cercanos.

Mi alma le infundió a cada poema

un poco de su luz y su belleza

como una flor que se ha ido deshojando.

En cada casa que me albergó,

en cada camino que emprendí,

en cada amistad que me bendijo,

algo de mi corazón se fue con ellos.

Y en cada sueño que me habita,

en cada árbol que planté,

en cada libro que escribí,

puse lo mejor de mi esperanza.

Comprenderás entonces,

que no hay mucho de mí que permanezca,

y poco me quedará para ofrecerte

habiendo dado todo.

Quizás,

algunos bosquejos y proyectos,

algún resto de juventud en la apariencia,

un brillo sabio y pícaro en los ojos,

y unas pocas palabras que no llegaron a completar una poesía…

Es cierto, encontrarás mi fe intacta

y un palacio de amor resplandeciente

que regresó hasta allí multiplicado.

Perdona pues que sea apenas

un trocito de mí lo que te deje:

un trocito de mí será lo que se muera….

¡ Y tanta la vida que me lleve!

Mario Trejos

“Para partir, para llegar”

También aquí se quiso huir

dejarlo todo atrás

reanudar el silencio

desbaratar una copiosa primavera

pasar por alto algo más todavía

 

Pero muchos años han pasado por este poema

 

con muertes y orgasmos

mores y guerras soledad y dictadores

 

El tiempo es una paciencia

largamente presentida

y elástica

 

Ya no hay tiempo que perder

en mitos y melancolías.

 

Ya no es tiempo de perder

Laura Yasán

“Genealógica”

Las hijas del nuevo mundo

son blancas como las luces de los shoppings

pálidas como los panes de mc donald’s

translúcidas lágrimas finales de best sellers

 

las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo

fuimos oscuras habitantes de hotel

tuvimos negras maneras de mirar

queríamos la vida en símbolos extraños

películas de bergman

 

las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo

querían una historia sumergida en channel

casarse vírgenes con una réplica de cary grant

tener muñecas rubias de mejillas rosadas

mascadoras de chicle leyendo mujercitas

 

las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo

queríamos las curvas mullidas de la marylin

y el aspecto latino de una amante del che

 

pero ellas

las nietas de la decadencia

las hijas del imperio del nuevo mundo

sólo desean ser

delgadas como un tallo

livianas como el ala de una mariposa

anhelan despertar

con los dedos más largos cada día

para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas

y vomitar sin voluntad

lo que resta del siglo.

Juana Bignozzi

“El hombre que me compra flores”

El hombre que me compra flores

se las guarda en el bolsillo después de dedicármelas

recomienda serenidad ante mis síntomas y mis pérdidas,

cuando se ha asegurado de que recuerdo la hora del regreso

me pide que deje de buscar mi maleta

vuelva a calzarme mis incómodos zapatos

y busquemos un buen lugar para comer.

Andrés Neuman

“Ruidos equivocados”

Algunas cosas hacen 

ruidos equivocados: 

problemas de doblaje con el mundo. 

 

De pronto un vaso tiene voz de niño, 

el tenedor escarba una cabeza, 

una mesa chirría su neumático. 

 

El desorden provoca observación 

en la misma medida que la música 

discrepa de sus previas armonías. 

 

Llevo en la espalda el eco 

de la puerta que acabo de cerrar, 

como esa noche en que dijimos frases 

que merecían otros.