Poemas recomendados de El Salvador

Poemas recomendados de El Salvador

A través de los versos de sus poetas, El Salvador ha expresado su identidad, su lucha y su amor por su tierra. En este post, nos sumergiremos en la poesía salvadoreña para descubrir cómo sus versos han capturado la esencia de esta tierra y su gente a lo largo del tiempo.
Serafín Quinteño

“Sonetos de la palabra”

¡Oh, tú!, el abandonado entre puñales,

entre densos fantasmas, en perdidos

mares de sombra, selva de gemidos

y ausentes golondrinas y rosales.

 

¡Oh, tú!, el ciego, el confiado entre fanales

hoscos de noche y muertos sumergidos…

confiado entre lebreles contenidos

y solo ante los dioses inmortales.

 

Con todo, sosegado en la agonía,

Fuerte en el llanto, casto en la alegría

Resurrecta de oscuros manantiales.

 

Ahí un rodar de lágrimas te guía

Y una palabra pura frente al día

Alza sus infantiles catedrales.

Ricardo Trigueros de León

“Jardín”

Anoche llovió y han brotado los jacintos. Al sol dorado de la mañana abren sus manos rosadas.

La tierra negra se esponja bajo las plantitas. En las hojas resbalan las gotas que ha olvidado la noche.

Mayo ha venido vestido de verde desde la campiña. Hay un profundo olor a gleba mojada y, en las ramas de los árboles, asoman brotones.

Tierno delirio de yemas en los rosales de copos blancos. Desbordados bejucos cubren los arriates y las violetas, siempre tímidas, esconden su terciopelo entre las hojas.

Anoche llovió y ha amanecido el jardín lleno de jacintos rosados.

Jaime Suárez Quemain

“Vecino III”

Es una viejecita la mar de agradable.

 

Le gusta observar por la ventana

a las cipotas que juegan en la acera,

aunque si meten ruido

hacen un gesto de enojo

con su mirada de ceiba milenaria.

 

Le soy simpático,

quizá se identifica con la misantropía

que poseo en los ojos.

 

De vez en cuando, iracunda,

habla del pudor de sus tiempos

y se queja de que a la niña vecina

la arrinconen en la oscuridad

de la luna.

Claribel Alegría

“Barajando recuerdos”

Barajando recuerdos

me encontré con el tuyo.

No dolía.

Lo saqué de su estuche,

sacudí sus raíces

en el viento,

lo puse a contraluz:

Era un cristal pulido

reflejando peces de colores,

una flor sin espinas

que no ardía.

Lo arrojé contra el muro

y sonó la sirena de mi alarma.

¿Quién apagó su lumbre?

¿Quién le quitó su filo

a mi recuerdo-lanza

que yo amaba?

Matilde Elena López

Un juego con el tiempo

Dime dónde están las horas del pasado.

 

Dime si puedo volver a recorrerlas simplemente

bajando por la cuesta.

 

Dime – el amor – ¿En dónde lo olvidamos?

 

¿O quién torció el curso de la dicha?

 

Dime también si el tiempo helado

podría detener el tiempo que se va.

 

Porque entonces – iris de las hibernaciones –

podría reunir en un haz de luz

el hoy, mi ayer y tu mañana.

 

Dime si puedo borrar

este gris que se interpone

con esa luz azul

que envuelve el día.