Poemas recomendados de Honduras

Poemas recomendados de Honduras

Adéntrate en la profundidad de la lírica hondureña con una selección inigualable que captura la esencia, los paisajes y las pasiones de esta tierra centroamericana. Con cada verso, serás transportado a los rincones más íntimos y hermosos de Honduras, a través de voces poéticas que resonarán en el alma. Este mes, celebramos la riqueza y diversidad de una poesía que trasciende fronteras. ¡No te lo pierdas!
Juan Ramón Molina

El jardín

Cuelgan racimos de odorables pomas,

negras uvas en gajos tentadores,

fingiendo los alegres surtidores

un murmullo de besos y de bromas.

 

Dormitan en las ramas las palomas

los buches esponjando arrulladores,

y el capitoso aliento de las flores

unge el follaje y el parral de aromas.

 

Un sol ardiente esparce sus madejas

de luz, sobre el jardín; y las abejas

un vals preludian, áspero y sonoro.

 

Bailan las mariposas deslumbrantes,

y picotean pájaros brillantes

unas naranjas que parecen de oro.

Froylán Turcios

“A Honduras”

Antes que verte triste y humillada,

esclava de un tirano al torpe acento

que te hiera indefensa en el tormento

con sangrienta y horrible bofetada:

 

Antes de que te mire encadenada,

sin ambición, sin luz, sin pensamiento,

pisoteados los fueros de talento

por los fueros del rifle y de la espada;

 

antes que ver idolatrado tu suelo

bajo la planta ruin de un tiranuelo

que te lance el desprecio de su risa;

 

antes que ver vencida tu bandera,

en escombros mirarte prefiriera,

legendaria Numancia, hecha ceniza.

Augusto Coello

“Medianoche”

En las insomnes noches despiadadas,

sin un solo temor dentro del pecho,

siento que ronda en torno de mi lecho

la muerte con sus trémulas pisadas.

 

Una hora mas cayendo en lo insondable,

sorda y lejana en el espacio suena;

y de pronto mi espíritu se llena

de una tranquila paz… En la inefable

serenidad eterna de los mundos,

oigo latir el ritmo prodigioso

que viene de los ámbitos profundos;

y al peso de la noche dilatada

me sumo en un letargico reposo,

cercano ya al reposo de la nada.

Clementina Suárez

“Una obra muerta”

Yo no bajaré a la tumba convertida en harapo,

ni un sólo diente de mi boca se ha caído.

Las carnes en mi cuerpo tienen su forma intacta

y ágil en su tallo se yergue la cabeza.

 

yo iré a la muerte pero con el labio fresco,

con voz firme y clara responderé a la llamada.

Yo sé que están contados los minutos de la vida

y que jamás el destino su sentencia retrasa.

 

Sobresalto no tengo por entrar a la sombra,

nadie quiero que venga por mi muerte a llorar,

la espuma de mi sangre como aceite se acaba

y para ése instante a todos sólo pido silencio.

 

No quiero que ya muerta peinen mi cabello

ni que las manos juntas pongan en mi pecho,

quiero que me dejen así como me quede

y así en la tierra abierta me vayan a dejar.

 

No quiero que me vistan, ni que me ultrajen muerta,

estando con migo los que nunca estuvieron.

Compañeros sinceros, lo que siempre tuve,

sólo esos que se encarguen de irme a enterrar.

 

Tampoco quiero seña, ni que una cruz me pongan,

no quiero para mí nada que los pobres no tengan.

Pues aún después de muerta, mi puño estará cerrado

y en el viento mi nombre será como bandera.

Amanda Castro

“Primitivo amor”

Primitivo es este deseo

de acercarme a tus labios

nuevamente

y morder tiernamente

tu cuello

sin llegar a lastimarte

 

Primitivo es este eco

que se agolpa entre nosotras

cada instante

recorriendo nuestras fuentes

como esferas de colores

—kundalini estremecido—

 

Primitiva es esta voz

que me despierta

el roce de tu piel

y una caricia prometida

 

Primitivo es este líquido

que derramo

sobre papeles blancos

como la sangre intensa

acumulada en el deseo

doloroso de mis labios

 

Primitivo

es este amor

que te propongo

Soledad Altamirano Murillo

“Tu llegada”

Llegaste

con todo el color

de la aurora despierta;

de espaldas al prejuicio

y a solas conmigo

tejiste mi cuerpo de luz,

lo poblaste de polen

y le diste un puñado

de tu mar.

 

Llegaste a mi vida

acortando distancias

un día de abril.

 

Yo te otorgué todo:

tierra, océanos,

corrientes de aire

y estaciones.