Poemas recomendados de Guatemala
La poesía guatemalteca es un tesoro literario que celebra la rica herencia cultural y la complejidad de la historia de este país. Estos poetas han sabido plasmar la belleza de Guatemala, así como los desafíos y la lucha por la justicia que ha marcado su historia.
César Brañas
“Aprendizaje”
Si tuve en los caminos insensato
afán de regresar, y si del viaje
no me quedó sino el amable dato
de algún humilde ocasional paraje;
si el mar me dio tan sólo el inmediato
goce de la canción de su oleaje,
montaña, cielo y mar en su arrebato
me enseñaron su pítico lenguaje.
Mi aprendizaje fue harto sencillo,
de ciego que no urgió de lazarillo;
cuanto buscaba en mí mismo escondía;
para cumbres y mar mi desencanto,
para caminos mi melancolía,
¡que todo regresaba, en mí, a mi llanto!
Flavio Herrera
“El beso”
Se iluminó la estancia de una venusta gracia
cuando acerqué a tu boca la mía temblorosa,
mientras por tierra y cielo relampagueó mi audacia
cortándole a la vida su más intacta rosa.
¿Qué jugo, di, qué jugo el corazón invoca
tiene como tus labios tan íntimos dulzores?
Mujer, dime: ¿Qué abejas buscaron en qué flores
las mieles trasegadas al panal de tu boca?
¡Oh, beso! con la gloria de tu emoción celeste
–comunión de alma y boca, brasa y diafanidad–
abriste en el más puro de los espasmos: Este,
a nuestro barro efímero rutas de eternidad.
Tu labio, jardín donde la fiebre es jardinera;
botón de calentura mi labio nunca ahíto,
fundiéronse en las llagas de la inmortal hoguera
para beberse juntos de un beso el infinito.
Carlos Illescas
“Desordenada espejo”
Sobre el cristal anuda la manzana
el ímpetu apagado de su goce;
acrece su medida si dilata
el color jubiloso mientras pone
su fina redondez en la balanza.
Debajo de su forma reconoce
la piel de la serpiente y el olvido,
donde enraiza la noche su gemido.
Reduce su mejilla al puro beso;
dentro la soledad se le desnuda
como un sorbo de carne amada al tiempo
de ser vuelo y memoria en la futura
sensación de una llama junto al fuego;
desordenado espejo a que se junta.
Y el fiel de la balanza desorbita
la celebrada forma de su vida.
Vania Vargas
“Finalmente llega el día en que uno abre los ojos y decide”
Finalmente llega el día en que uno abre los ojos y decide
que no va a dejarse dominar por la tristeza
Entonces con un esfuerzo imperceptible
que bien podría venir de la voluntad que se creía muerta
levanta la cara / se arregla el pelo / se mantiene erguido
Mira a los ojos de la gente / dice buenos días / cómo le va
logra responder / bien / con la voz serena
Escucha con atención / interactúa
como si le hubiera vuelto al cuerpo el soplo de humanidad perdida
y es hasta que retoma el silencio cuando logra sentir
cómo la tristeza / que no se ha ido
lo mantiene con suavidad sobre sus rodillas
Logra distinguir cómo es ella la que / apenas detrás
habla / con su voz / sin mover los labios
como un ventrílocuo perfecto
Romelia Alarcón Folgar
“El Lunes”
El lunes tiene la cara larga
del sudor
y el olor de las fábricas cerradas.
Empero;
las calles del lunes de luz alborozada
con enjambres de obreros y serruchos,
clavos y maderas
brotan con alegres tonadas.
Arquitectos y albañiles
con igual levadura
se van de abajo para arriba
con largos balcones de cristal
y puertas jóvenes de tablas olorosas
pensando en los retoños de la selva.
Y el encino y el roble se hacen arcas
y tallados paneles.
El hombre sonríe el día lunes
y alisa flores de cemento.
Las horas del lunes
se acumulan como monedas
en los bolsillos
y luego estallan ramos de ilusiones
personales.
Se desviste el día,
lentamente las horas,
y se queda desnudo a las doce
hasta que idioma de silbatos
descascara los vientos.
Racimos de manos rudas
y racimos de ojos vigilantes
con acostumbrada pericia
fabricando salarios
se desempeñan
con raíces invictas.
De pronto,
muchedumbre de pasos
sobre los durmientes de la tarde
y el lunes
se pone la cara blanca de las estrellas.