Poemas recomendados de Perú

Poemas recomendados de Perú

La poesía peruana es un viaje a través de la historia, la naturaleza y el alma humana. Cada uno de estos poetas ha dejado una huella imborrable en la literatura no solo de Perú, sino del mundo entero. Te invitamos a conocerlos…
César Toro Montalvo

“El mar es tan breve”

La profundidad del mar

no tiene cabida en nuestra mirada.

Cierro mis ojos para contenerla.

La vida es tan breve

que no alcanzó su misericordia.

El mar se ha almacenado en una piedra,

y no es el mar.

El mar es mi casa.

su punto sin límites

está en medio de todos.

Tengo todo. Tengo el amor,

pero aun no me es suficiente el mar…

Gota a gota construiré

el amor,

y con ello – supongo -, me llenará

todo, todo el amor del mar.

el mar es tan breve

que me falta la vida.

Blanca Varela

“Así sea”

El día queda atrás,

apenas consumido y ya inútil.

Comienza la gran luz,

todas las puertas ceden ante un hombre

dormido,

el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.

 

El tiempo,

la gran puerta entreabierta,

el astro que ciega.

 

No es con los ojos que se ve nacer

esa gota de luz que será,

que fue un día.

 

Canta abeja, sin prisa,

recorre el laberinto iluminado,

de fiesta.

 

Respira y canta.

Donde todo se termina abre las alas.

Eres el sol,

el aguijón del alba,

el mar que besa las montañas,

la claridad total,

el sueño.

Carmen Ollé

“Oración”

Dime tú -elegido entre los más diestros- si aún

conservas el dulce estilo del amor.

 

Puesto que ha llegado la primavera y veo

que empiezas con alegría a derramar tus

besos, y mi piel está tibia.

Con la misma sustancia y velocidad que

aparecen orquídeas y geranios

tus besos tienen la propiedad de servir

a tus placeres

y a quien va en busca del amor.

Vengan pues fieles a nosotros

placer y amor,

somos aún jóvenes y fuertes.

Javier Heraud

“Imagen nueva”

A veces me parezco un poco

a la imagen de la muerte

que mi madre descubría

entre sus cuentos.

Con mis ojos hundidos y

mis manos señalando

blancas calles

me suelen confundir

con la muerte devoradora,

y entonces,

para jugar,

penetro en algunas

casas,

aliviando a carpinteros y

artesanos del dolor,

cogiendo tierras

y hundiéndolas

en el mar.

Soy la muerte a ratos,

y a ratos conservo mi belleza

y mis vestimentas

y asusto perros, gatos,

y al final,

como siempre,

a la higuera estéril y solitaria

la quemo con el rayo de mis manos

Antonio Cisneros

Nocturno

Esta noche la luna no quiere que yo duerma.

Esta noche la luna saltó por la ventana.

Y, novia que se quita su ropa de azahares,

toda ella desnuda, se ha metido en mi cama.

 

Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,

oreada de sol y plateada de agua.

Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,

la enamoró el lucero galán de la mañana.

 

Viene que sabe a selva: tal vez, en el camino,

la curva de su cola rozó con la montaña.

Viene recién bañada: acaso, bajo el bosque,

al vadear el arroyo, se bañó en la cascada.

 

Viene a dormir conmigo, a que la goce y bese,

y a cantar la mentira de que a mi solo me ama.

Y como yo, al oírla, por vengarme, le digo

“mi amor es como el tuyo”, ella se ha puesto pálida.

 

Ella se ha puesto pálida, y al besarme la boca,

me ilumina las sienes el temblor de sus lágrimas.

Ahora ya sé que ella, la que en suntuosas noches

da su cuerpo desnudo, a mí me ha dado el alma.