Poemas recomendados de Guatemala
La poesía guatemalteca es un tesoro literario que celebra la rica herencia cultural y la complejidad de la historia de este país. Estos poetas han sabido plasmar la belleza de Guatemala, así como los desafíos y la lucha por la justicia que ha marcado su historia.
Luz Méndez de la Vega
“Anticipo”
Porque eres viajero
mi amor siempre tiene
dolor de adioses.
Un día te irás.
Pasajero huésped,
te esconderán otras caras,
otros nombres
y otros brazos.
Una postal vendrá
desde remotos paisajes.
Retratos tuyos me traerán
un eco de tu mirada azul
que temblará en mis manos.
Te irás porque eres marino
perseguidor de horizontes
en tu alucinada brújula
de nortes imposibles.
Te irás y lo nuestro
será sueño y olvido.
Por eso
no me preguntes,
ahora,
por qué mi amor
siempre tiene
dolor de adioses…
Otto René Castillo
“La ternura en tus manos”
Está naciendo
la ternura en tus manos,
esta tarde,
mi dulce visitante.
Acudes
alegremente
al vuelo golondrino
de tus dedos
que se inician
de entrega.
Sabes.
La ternura se despierta
para siempre,
y tus manos descubren
muy pronto
que les gusta su rostro.
Créeme, es tu minuto más grave.
Quizá concluyen aquí
tus vientos infantiles.
Desde ahora
tienen tus manos
vuelo propio,
¡alto vuelo de ternura!
Javier Payeras
“Por la ciudad”
Por la ciudad
caminan vacíos y solos
sin eso que hicieron existir
a fuerza de silencios rotos
para apoderarse de una promesa quieta
un pájaro muerto
un pez
una palabra capaz de cerrar
este libro doloroso
Aida Toledo
“Hay un deseo ferviente de encontrar algo”
Como un agujero en el mar
Que de profundo y salado
No pueda explicarse
Algo diferente al sueño
Como un intento de soñar
Quizás algo como un hueco
Mejor algo como un pozo
Y el hombre en el pozo
Mejor sí con un hombre en el pozo
Con un hombre escondido
Con un hombre que muera de misterio
Que la conjura sea el olvido
Que el pozo se convierta en hueco
Que el hueco no sea otra cosa que un sueño
Que sólo sea un intento
Que no se explica con ninguna teoría
Que cuando lo pruebe sea salado
Que cuando lo busque
No lo encuentre
Que sea como al inicio
Sólo deseo
Y ferviente
Marco Antonio Flores
“Melodía de arrabal”
Cómo no voy a sentir que el pecho se me parte
cuando oigo a Gardel cantarle al barrio
si yo nací en el barrio del Gallito.
Si yo jugué con polvo de sus calles,
y fui pirata entre sus lodazales,
y cada esquina me sirvió de línea Maginot,
y sus piedras eran balas treinta treinta,
y mi pandilla era el Ejército Rojo de la cuadra
(los pandilleros éramos Anzueto y yo
y mis hermanos, que no alzaban un palmo de la tierra).
Si ahí perdí a mi padre, y lo seguí
y me colgué del bomper de su carro, y
me arrastró;
si ahí me atropelló un carruaje cuando
tuve cinco años y sus caballos me hundieron
sus cascos en las piernas;
si ahí conocí el llanto seco, duro, constante
de mi madre;
si ahí me iba a juzgar, detrás de un cerco de izotales
al loco de mi barrio, que usaba muñequeras de cuero,
y cantaba tangos todo el día
echado en una hamaca, y en la noche
salía a cotorrear a las patojas;
si ahí aprendí a cantar esos tangos
que ahora canta ese loco de Gardel.