Felipe Benítez Reyes

Poeta y narrador español, nacido en Rota, Cádiz, en 1960. Es autor de una obra versátil que abarca la poesía, la novela, el relato, el ensayo y el artículo de opinión. Considerado una de las voces más influyentes del panorama literario español, ha sido incluido en las más importantes antologías, debido a su excelente dominio del lenguaje. 
En 1982 publicó su primer poemario “Paraíso manuscrito”. Tanto sus novelas como sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas, principalmente al italiano, y él mismo ha sido traductor de la poesía de T.S. Eliot y de Nabokov.
Obras destacadas

Valor del pasado

 

Hay algo de inexacto en los recuerdos:

una línea difusa que es de sombra,

de error favorecido.

Y si la vida

en algo está cifrada,

es en esos recuerdos

precisamente desvaídos,

quizás remodelados por el tiempo

con un arte que implica ficción, pues verdadera

no puede ser la vida recordada.

 

Y sin embargo

a ese engaño debemos lo que al fin

será la vida cierta, y a ese engaño

debemos ya lo mismo que a la vida.



El soneto nocturno

 

La luna era ese párpado cerrado

que flotaba en el circo de la nada

-y el niño retenía la mirada

su hipnótico vagar de astro cegado.

 

La noche es un jardín narcotizado

con esencias de alquimia y sombra helada

-y tu infancia una estrella disecada

en el taller de niebla del pasado.

 

La luna vive ahora en los relojes

que lanzan sus saetas venenosas

sobre la esfera blanca de este sueño.

 

De este sueño sin fin del que recoges

la ceniza dorada de esas cosas

de las cuales un día fuiste dueño.



Advertencia

 

Si alguna vez sufres -y lo      harás-

por alguien que te amó y que te abandona,

no le guardes rencor ni le perdones:               

deforma su memoria el rencoroso

y en amor el perdón es sólo una palabra               

que no se aviene nunca a un sentimiento.

Soporta tu dolor en soledad,               

porque el merecimiento aun de la adversidad mayor

está justificado si fuiste               

desleal a tu conciencia, no apostando

sólo por el amor que te entregaba               

su esplendor inocente, sus intocados mundos.

 

Así que cuando sufras -y lo harás-

por alguien que te amó, procura siempre               

acusarte a ti mismo de su olvido

porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.               

Y aprende que la vida tiene un precio

que no puedes pagar continuamente.               

Y aprende dignidad en tu derrota,

agradeciendo a quien te quiso               

el regalo fugaz de su hermosura.