Tiwanaku
No digas que no hablas con estas piedras
con el silencio desmesurado
en la abierta coagulación de los ojos
piedras no sólo piedras
con las alas abiertas
para no cruzar
la lacónica potestad del cielo
si tu mano está ausente
si tu mano cuánto hace que menguó en polvo
sobre los cuatro rincones de Akapana
-la vieja página si quieres-
dejándote como espera de la espera
Tras los tabiques
Qué feliz se oía todo
tras los tabiques
tu voz llamando como un ensueño
colándose por los tabiques
inventándose su espacio cierto
las evocaciones que levantan en el corazón
el solo del tambor
verbo que recoge lo innombrado de otro verbo
el presente emancipado de su presente
al escribirse
en este pasado.
Abstracta
abstracta
en la condición única de tu presencia
ronca
cuando caen uno a uno los rumores
sobre el sopor líquido de la pena
dirimiendo la vigencia de una piel
armada con el óxido destilado por las memorias
piel que ha dejado de ser piel
manos que ya no son tales
verbos que no te pronuncian no te dicen
porque éstos son mis ámbitos
los secretos confines de mi reino
donde te niego un nombre